¡Hola a todos y a todas! En la entrada de esta semana había tantas cosas de las que quería reflexionar y comentar que no sabía por dónde empezar. Así que he decidido empezar por este vídeo:
¿Ya lo has visto?¿Es genial, no crees? Seguramente ahora te preguntarás: ¿Y qué tiene que ver este vídeo con lo que hemos estado viendo en clase? Pues bien, todo comienza porque yo tenía claro que quería comentar un poco acerca del factor emocional y de su importancia en el aula. El desarrollo y la integración de la inteligencia emocional, tanto de los alumnos como del docente, es algo que que considero de real importancia y que, por desgracia en muchas ocasiones, se desprestigia o no se le da la la importancia que merece dentro del aula. Creo que hay una imagen muy errónea de qué es ser profesor. En muchas ocasiones se piensa que su función es sólo la de explicar contenidos pero va mucho más allá, pues como aparece de ejemplo en el vídeo, los adultos influimos no sólo por lo que decimos, explicamos o enseñamos, sino por nuestro comportamiento.
Está claro que en gran parte, el comportamiento de los niños se desarrolla de acuerdo a la influencia de la familia, pero es en el aula dónde aprenden a trabajar con los iguales, cooperar y llegar a acuerdos en grupo, a socializar y, en definitiva, a prepararse para un futuro donde deberán trabajar en muchas ocasiones en comunidad para conseguir sus objetivos. Por lo que la figura del docente debe ser tan ejemplar como la de un familiar, y cuando este último no coopera, la educación tiene el poder de ayudar. Pues como bien nos dice la famosa frase de Freire:
La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiaran al mundo.
Promover la empatía y la cooperación dentro del aula resulta, en una sociedad cada vez más egoísta y egocéntrica, indispensable, sobretodo si hablamos de un aula donde se enseñan lenguas extranjeras en la que distintos aspectos socioculturales conviven. Pues Mora (2017) nos afirma que:
Hoy sabemos que hay maestros con larga experiencia y profundos conocimientos que fallan en sus enseñanzas por falta de empatía y habilidades de comunicación social, lo que lleva a algunos niños, desde ese naciente impulso, a aprender, a terminar con un apagón en el interés por las materias. En cambio hay otros maestros que, sin tanto conocimiento e incluso significativamente menos conocimientos, abren la mente de los niños, los inspiran, los vuelven curiosos por el conocimiento, gracias a sus cualidades para la empatía o porque han cuidado y ampliado sus habilidades sociales y de comunicación. La empatía, pues, el acercamiento emocional, es la puerta que abre el conocimiento y, con él, la construcción de un buen ser humano. Y es que no creo que haya un tema de más transcendencia humana, incluso más que la ética, que el de la educación y de cómo nos preparan y nos preparamos desde el nacimiento para esa misma ética, para entronizar valores y para expresar su respeto en la conducta. […] El resumen de todo esto es que la emoción, los sentimientos, sus mecanismos cerebrales y su expresión en la conducta siguen siendo la base, el pilar esencial, que debemos conocer para construir un edificio sólido en la enseñanza.
La verdad que no podría explicar mejor lo que para mí significa la empatía y el ingrediente emocional en un aula que con esta referencia del libro de Mora. ¿Qué pensáis vosotros y vosotras?¿Para qué puede ser importante la empatía o la inteligencia emocional en el aula?
Mora Teruel, F. (2017). Neuroeducación. Sólo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza Editorial.
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